martes, 7 de octubre de 2008

LA RECOLECCION DE LA MIES EN LOS PUEBLOS CEREALISTAS POR LOS AÑOS 1.950.

LA TRILLA.

Con las primeras horas del sol de la mañana llegaban a la era los primeros carros cargados de mies con un balumbo de varios metros de altos y algunos de ancho, después de descargados, había que des balagar las mies, que si eran de haces, antes de desbalagarlo, había que desatar con un pequeño, pero enérgico tirón de la punta de la lía, que se iba recogiendo en manojos valederos para atar nuevos haces. Este bálago, antes reunido en haces y morenas, se iba, ahora, es tendiendo por la era para hacer la parva redonda que se iba a trillar en el día.
La trilla era un trabajo monótono y soñoliento. La modorra invadía sin remedio en el trillo lo conducía dando vueltas en redondo y sin fin, acompasado del canto de las cigarras y el uniforme y sordo crujir del bálago bajo el trillo de madera.
Para que la parva quedara bien trillada había que tornarla sacando a la superficie las espigas y cañas que en contacto quedaban indemnes a la abundante dentadura y sierra del trillo. Se daban, como mínimo, tres tornas o vueltas a la parva, la primera cuando aun quedaba mucho bálago entero y se hacia con el horcón de madera de dos dientes, la segunda con la horca o garieta de madera y cinco dientes que revolvía la mies casi semi triturada; la tercera, con la pala, de una sola pieza, de madera. Cuando la paja estaba ya triturada, pero quedaban en el suelo espigas o bainas que había que devolver a la superficie para que el trillo las desgranara. A veces se utilizaba la torneadora fija, sujeta al extremo posterior del trillo.
Cuando la parva se daba por bien trillada había que recogerla y echarla al montón. Para recoger la parva, o amontonar, se utilizaba la cañiza. La cañiza es un artefacto de madera, cuya pieza básica es una tabla que puesta en perfil horizontal hace de ralladera. Esta tabla se anclaba a un timón central y se reforzaba con dos tirantes en los extremos.
El timón se unía por una clavija al yugo de la yunta que arrastrando la cañiza repetidas veces dejaba la parva recogida en la base del pez, para luego después irla tirando desparramadamente por lo alto con una horca. El pez iba creciendo con la parva de cada día.
Cuando el acarreo traía a la era mas haces de los que el trillo daba abasto, lo haces se apilaban ordenadamente, en un extremo de la era, formando la hacina.
Las hacinas de trigo y cebada eran filas de haces superpuestas mas o menos largo a lo ancho que a lo alto. Las de centeno tenían forma cilíndrica con las espigas al interior y las cañas al exterior. A las de garbanzos se les daba forma cónica y su color era verdoso amarillento.

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