miércoles, 8 de octubre de 2008

LA RECOLECCION DE LA MIES EN LOS PUEBLOS CEREALISTAS POR LOS AÑOS 1.950.

Por los años 1.950 cuando la Agricultura y la Ganadería concentraban todo el interés que trae consigo el único sustento de vida en los pueblos cerealistas rurales, el verano eran los meses de trabajo mas intenso y duro y sin apenas tiempo para el descanso.
Basta decir que la jornada duraba de sol a sol o lo que es lo mismo comenzaba al amanecer y cesaba al anochecer.-
Con los primeros rayos de sol que ya había secado el rocío, sonaban las hoces de los segadores cortando la mies, y los carros cargaban las morenas de Algarrobas o haces de mies, para trasportarlo a la era, con el fin de que la parva estuviera lista a media mañana, cuando el sol empezaba a calentar fuerte.
Los trabajos del verano eran duros, pero alegres si la cosecha recompensaba tantos sudores.
En estas faenas participaba toda la familia, incluso los pequeños, pues en la era, había motivos suficientes para el juego, entre los montones o peces de mies trillada, hacinas o peces de grano.
Como quiera que la cebada se descabeza, si se segaba demasiado seca, convenía segarla cuando aún estaba cerolla o como dice el refrán “ CUANDO JUNIO LLEGA, AFILA LA HOZ Y LIMPIA LA ERA”
Cuando estos trabajos se realizaban, los segadores volvían a sus pueblos, para regresar por Santiago, 25 de Julio, para comenzar la siega del trigo.
El trigo es el cereal que mas aguanta en la tierra, pues tiene la espiga fuertemente sujeta a la caña, además de una raíz de 1 m. de profundidad, pero dice otro refrán “EN JULIO SE SIEGA LO VERDE Y LO MADURO”
El centeno se solía segar antes que el trigo, pues después de muy seco se desprenden los granos por si solos y los garbanzos también se segaban antes que el trigo, utilizando unos hocinillos con el filo un poco aserrado, estos trabajos solían terminar antes del 15 de Agosto, festividad de la llamada Virgen de Agosto.
Existía la costumbre de respetar el domingo y fiestas de guardar sin trabajar, pero llegado el verano en tiempo de recolección de la mies, en el sermón de la misa el cura comunicaba la autorización o dispensa durante éste periodo, pero había fechas de fiestas como San Pedro, Santiago Apóstol, la Virgen de Agosto, el 18 de Julio y si coincidía alguna otra fiesta local, aunque en algunas de estas festividades, también se permitía trabajar dos horas por la mañana, antes de ir a misa.
Aunque no se celebrara su fiesta, se recordaban popularmente los días de San Juan, 24 de Junio, señalado como fecha de comienzo del verano, y también por que dejaban de cantar los grillos y empezaba la mosca a picar a los animales; San Bartolome, 24 de Agosto, por que por estas fechas se producían fuertes vientos que se llevaban la paja de la era; San Ramón Nonato, 31 de Agosto, se tomaba como referencia para terminar la trilla y poder así terminar de eras.

LA RECOLECCION DE LA MIES EN LOS PUEBLOS CEREALISTAS POR LOS AÑOS 1.950.



LOS SEGADORES ACOMPAÑADOS DE LAS FAMILIAS

LA RECOLECCION DE LA MIES EN LOS PUEBLOS CEREALISTAS POR LOS AÑOS 1.950



ATANDO UN HAZ DE MIES.

LA RECOLECCION DE LA MIES EN LOS PUEBLOS CEREALISTAS POR LOS AÑOS 1.950.

HORCA DE MADERA UTILIZADA POR EL ATADOR.

LA RECOLECCION DE LA MIES EN LOS PUEBLOS CEREALISTAS POR LOS AÑOS 1.950.



LAS HOCES PARA LA SIEGA.

LA RECOLECCION DE LA MIES EN LOS PUEBLOS CEREALISTAS POR LOS AÑOS 1.950.



DEILES PARA LA SIEGA.

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EL BOTIJO DE LOS SEGADORES A LA SOMBRA.

LA RECOLECCION DE LA MIES EN LOS PUEBLOS CEREALISTAS POR LOS AÑOS 1.950.

LAS COMIDAS DE LOS SEGADORES.


Los segadores solían dormir en el pajar y se levantaban antes de salir el sol. Antes de ir al corte se pasaban por la casa del amo para conocer el lugar de las tierras señaladas para el día de siega. En la casa, mientras se hablaba del tema, tomaban un refrigerio de pan y vino. Muchas veces, un miembro de la familia del dueño participaba en la siega con un componente más de la cuadrilla de segadores y, conocedor de las propiedades, les conducía, por los caminos del término, al lugar donde se iba a iniciar el tajo.
Cuando ya se habían dado unas cuantas manos de siega y el sol empezaba a calentar fuerte, llegaba la burra cargada con el almuerzo de la mañana y otras vituallas o enseres necesarios para la jornada, entonces los segadores paraban para tomar el almuerzo.
Este almuerzo se componía, casi invariablemente, de una cazuela grande de sopas de ajo y la “taja” que podía ser de longaniza, lomo o torrezno, conservados desde la matanza en grandes latas con manteca. Se comía sentados en el suelo, alrededor del mantel extendido sobre una manta doblada. Todas las comidas se acompañaban de la bota de vino que se pasaba, de mano en mano, haciendo la ronda siempre que el mayoral lo indicaba.
Terminado el almuerzo el rapaz construía, con haces una sombra para el agua, el vino y otras vituallas; cuidando siempre de ponerlo lejos de algún hormiguero que invadiera los alimentos..
Hacia las diez de la mañana, horario por el que la gente del campo se regía por la altura del sol y no por las agujas del reloj, paraban los segadores para “ echar las diez”. Se llamaba echar las diez a lo de tomarse un tentempié, cuyos componentes característicos eran pan, aceitunas y vino, a veces se añadía alguna fruta, tomates o ensalada. Este descanso era algo semejante a lo que por estos tiempos se llama la hora del bocadillo.
Unas horas mas tarde llegaba nuevamente la burra, con el cántaro de agua fresca, la comida del mediodía y el bagaje necesario para la jornada de siega de la tarde.
La comida se componía, normalmente, del cocido de garbanzos con tocino y chorizo o carne de oveja y poco más. A los garbanzos les precedía una cazuela de sopas de pan o fideos con el caldo del cocido. El tocino se dejaba para la merienda de la tarde y todos comían del mismo plato.
Después de la comida, los segadores dormían una media hora de siesta reparadora bajo una sombra individual de haces donde sólo la cabeza y medio cuerpo cabían a la sombra. A media tarde se descansaba para tomar la merienda. El alimento fundamental de esta merienda era el tocino reservado de la comida de mediodía que se tomaba pringado en el buen pan que se cocía en el horno de la casa y vino; a veces se tomaba algo más como aceitunas, queso fresco, conservas de pescado o fruta.
Cuando ya estaba el sol puesto se regresaba al pueblo para cenar y dormir. La cena se solía hacer en la mesa grande de la casa, a la que se sentaban también todos los miembros de la familia, excepto los niños.
Para la cena se tomaba un potaje de patatas con arroz y huevos picados, judías blancas o pintas, judías verdes o patatas con carne, terminando con ensalada de lechuga o de tomate con pepino y cebolla.

LA RECOLECCION DE LA MIES EN LOS PUEBLOS CEREALISTAS POR LOS AÑOS 1.950.

LAS HERAS.


Se echaba a eras a últimos de junio o primeros de julio. Las eras empezaban con la misma operación que terminaba, barrerla.
Había eras empedradas y eras sin empedrar o de hierba, las empedradas se utilizaban con preferencia para las mieses de espiga: trigo, cebada, centeno; las de hierba se utilizaban mas para las leguminosas: garrobas y garbanzos, cuyo grano se parte con facilidad en el empedrado bajo el trillo y las herraduras de las caballerías.

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TRILLANDO CON VACAS.

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TRILLANDO CON MULAS.

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LA TRILLA CON BURROS.

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LA TRILLA CON UN SOLO ANIMAL,

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EL ACARREO.


Había que llevar las mieses a la era para someterlas al proceso de separar la paja del grano mediante la trilla y la limpia. Las mieses segadas llegaban a la era por el acarreo que se realizaba en carros tirados por yuntas.
Aunque quedaba, por estos años, alguna muestra del antiguo transporte de mieses mediante burros con angarillas y permanecía, entre las personas mayores, la costumbre de contar por cargas la cosecha que producía una tierra. Una carga era la cantidad fija de ocho haces que podía transportar un burro en los angarillas. Los angarillas estaban formados con un armazón de palos, que se adaptaban a la albarda del burro, de los que salían, lateralmente hacia lo ancho, dos estacones puntiagudos en los que se pinchaban los haces.
En los carros se colocaban, ensamblados en agujeros de cada uno de los dos lados largueros laterales, seis estacas terminadas en punta con unos dos metros de altura.
Se necesitaban dos personas para cargar éstos carros: la una iba colocando en el carro los haces o morenas convenientemente para conseguir un volumen estable y la otra le alcanzaba los haces que recogía del surco con un horcón de acero y mango largo. Se requería habilidad y arte par construir la voluminosa carga de manera que pudiera aguantar, sin caerse, los traqueteos del carro a través de surcos, carriles y atascaderos de los caminos, durante esta época las moscas y tábanos se ensañaban con el ganado, por lo que a las vacas se les ponía unas melenas largas y los niños de la familia se encargaban de espantar de sus cabezas a estos molestos insectos con ramas de árbol o escobas para que no cabecearan y no pusiera en peligro a la persona que estaba en lo alto del carro Una vez que los rastrojos quedaban libres de haces se procedía al espigado, recogiendo las espigas que se habían desprendido y estaban entre los rastrojos.

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ESPIGADORAS.

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EL ACARREO CON UNA SOLA CABALLERIA Y CON LAS LLAMADAS ANGARILLAS.

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CARRO CARGADO DE MIES, LISTO PARA EL TRANSPORTE A LA ERA.

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CARGANDO EL CARRO DE MIES.

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HORCA DE DOS PICOS PARA SUBIR LOS HACES AL CARRO EN EL ACARREO.

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CARRO UTILIZADO NORMALMENTE PARA MULAS.

martes, 7 de octubre de 2008

LA RECOLECCION DE LA MIES EN LOS PUEBLOS CEREALISTAS POR LOS AÑOS 1.950.

LA TRILLA.

Con las primeras horas del sol de la mañana llegaban a la era los primeros carros cargados de mies con un balumbo de varios metros de altos y algunos de ancho, después de descargados, había que des balagar las mies, que si eran de haces, antes de desbalagarlo, había que desatar con un pequeño, pero enérgico tirón de la punta de la lía, que se iba recogiendo en manojos valederos para atar nuevos haces. Este bálago, antes reunido en haces y morenas, se iba, ahora, es tendiendo por la era para hacer la parva redonda que se iba a trillar en el día.
La trilla era un trabajo monótono y soñoliento. La modorra invadía sin remedio en el trillo lo conducía dando vueltas en redondo y sin fin, acompasado del canto de las cigarras y el uniforme y sordo crujir del bálago bajo el trillo de madera.
Para que la parva quedara bien trillada había que tornarla sacando a la superficie las espigas y cañas que en contacto quedaban indemnes a la abundante dentadura y sierra del trillo. Se daban, como mínimo, tres tornas o vueltas a la parva, la primera cuando aun quedaba mucho bálago entero y se hacia con el horcón de madera de dos dientes, la segunda con la horca o garieta de madera y cinco dientes que revolvía la mies casi semi triturada; la tercera, con la pala, de una sola pieza, de madera. Cuando la paja estaba ya triturada, pero quedaban en el suelo espigas o bainas que había que devolver a la superficie para que el trillo las desgranara. A veces se utilizaba la torneadora fija, sujeta al extremo posterior del trillo.
Cuando la parva se daba por bien trillada había que recogerla y echarla al montón. Para recoger la parva, o amontonar, se utilizaba la cañiza. La cañiza es un artefacto de madera, cuya pieza básica es una tabla que puesta en perfil horizontal hace de ralladera. Esta tabla se anclaba a un timón central y se reforzaba con dos tirantes en los extremos.
El timón se unía por una clavija al yugo de la yunta que arrastrando la cañiza repetidas veces dejaba la parva recogida en la base del pez, para luego después irla tirando desparramadamente por lo alto con una horca. El pez iba creciendo con la parva de cada día.
Cuando el acarreo traía a la era mas haces de los que el trillo daba abasto, lo haces se apilaban ordenadamente, en un extremo de la era, formando la hacina.
Las hacinas de trigo y cebada eran filas de haces superpuestas mas o menos largo a lo ancho que a lo alto. Las de centeno tenían forma cilíndrica con las espigas al interior y las cañas al exterior. A las de garbanzos se les daba forma cónica y su color era verdoso amarillento.

LA RECOLECCION DE LA MIES EN LOS PUEBLOS CEREALISTAS POR LOS AÑOS 1.950



TRILLO CON ASIENTO.

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TRILLO UTILIZADO PARAS LA TRILLA, LADO DEL CORTE

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DESBALAGANDO PARA HACER LA PARVA.

LA RECOLECCION DE LA MIES EN LOS PUEBLOS CEREALISTAS POR LOS AÑOS 1.950



HOCA DE DOS PICOS PARA VOLTEAR LA PARVA

LA RECOLECCION DE LA MIES EN LOS PUEBLOS CEREALISTAS EN LOS AÑOS 1.950



CAMIZADERA O RASTRA PARA RECOGER LA PARVA

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HORCA DE CUATRO PICOS Y PALA DE UNA PIEZA.

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HACINA DE MIES EN LA ERA

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LA LIMPIA.
La limpia se hacia también a mano, tal labor se llamaba aventar, que es dar al viento la mies trillada, para que por su acción y mayor peso del grano cayera éste en un montón inmediato y volara la paja a mas distancia en otro montón también inmediato, muy de mañana apenas apuntaban los primeros claros del día, ya estaban los labradores en la era pinchando en los montones, lanzando beldadas al aire para comprobar su fuerza. La limpia se completaba con el cribado del grano, con lo que se quedaba en el suelo sin granzas y otras impurezas y apto para ser empanerado. La aventadora agilizó el trabajo de la limpia, si bien ha de tenerse en cuenta que no sin esfuerzo, ya que la maquina era tan pesada que no había hombre que resistiera mas de cinco minutos dando a la manivela, defecto que se corrigió ajustando en el eje de las aspas dos martillos que se contrapesaban, con lo que la maquina se hizo mas ligera y eficaz. La consecuencia mas importante de aquella adquisición fue signo indudable de que se iniciaba una incipiente mecanización.

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LIMPIA DE LA MIES AL AIRE LIBRE.

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BIELDA O GARIETA PARA LA LIMPIA

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BELDADORA PARA LA LIMPIA